Algunos estudios confirman la correlación entre el cambio climático y el dolor articular, especialmente en el caso de los que sufren reumatismo y artritis. Con el cambio de la presión atmosférica, más aún para las articulaciones previamente afectadas, parecería haber un aumento de los líquidos extracelulares y el consiguiente estado de inflamación.
Uno de los estudios más autorizados sobre el tema es el realizado por un equipo de investigadores de Manchester. El proyecto, denominado "Cloudy with a chance of pain", consistió en el seguimiento durante 15 meses de más de 13.000 residentes del Reino Unido que padecían enfermedades óseas crónicas.
Todos los miembros, gracias a una aplicación específica, geolocalizándose, indicaron su estado psicofísico diario.
Al entrelazar los datos con la precipitación atmosférica, fue posible determinar que
“Los días con mayor humedad, menor presión y vientos más fuertes tienen más probabilidades de estar asociados con días de mucho dolor”.
Esta confirmación fue de gran apoyo para los pacientes, ya que les permitió llevar un mejor control de su vida, reorganizándola en relación al clima.
Para quienes padecen dolores articulares crónicos, la magnetoterapia es un aliado válido.
De hecho, las ondas electromagnéticas combinan efectos antiinflamatorios y analgésicos, reduciendo la inflamación y el dolor asociado.
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